domingo, 20 de enero de 2013

LOS ÚLTIMOS NAZIS DEL III REICH


«Yo no he hecho nada, váyanse», respondió László Csatáry a los reporteros del diario «The Sun» que llamaron a su puerta . Casi centenario, el criminal de guerra nazi más buscado debía pensar que se encontraba a salvo en su apartamento de Budapest donde vivía desde hacía 17 años sin ocultarse. Su pasado como jefe de la Policía Real Húngara para el gueto de la ciudad eslovaca de Kosice durante la Segunda Guerra Mundial le ha perseguido desde que huyera a Canadá. Desde su puesto, Csatáry gestionó la deportación al campo de concentración de Auschwitz de 15.700 judíos, según el Centro Simon Wiesenthal, que situaba a «László» en el primer lugar de su lista de criminales huidos.
«Csatary es el responsable de enviar a 15.700 personas a los campos de la muerte. Era conocido por su sadismo y por su deseo expreso de apresar a todos los judíos para deportarlos a Polonia. Si se hace justicia con este hombre servirá para cerrar en cierto modo la cuestión para las comunidades judías de Hungría y Eslovaquia», explicó el domingo el director del Centro Simon Wiesenthal, Efraim Zuroff.

Su rastro se perdió en 1997 cuando huyó de Canadá al ser descubierta su nueva identidad como marchante de arte. Condenado a muerte en la entonces Checoslovaquia, espera en arresto domiciliario con 96 años el comienzo de un juicio que se prolongará durante meses mientras niega las acusaciones y asegura que se limitó a cumplir órdenes.

Serge Klarsfeld, un cazador de nazis francés, se muestra escéptico ante el futuro judicial de Csatary, un criminal de guerra desconocido para el presidente de la Asociación de hijos e hijas de deportados judíos de Francia. Si había pasado a considerarse como uno de los más buscados era en su opinión porque «quedan pocos en la carrera» y «todos son mayores de 90 años». «Hace 30 años, habría sido el número 3.500 en la lista», afirmó el pasado lunes en Europe 1.

Dos rastros perdidos
Los cazanazis mantienen en el número 1 de su búsqueda a Alois Brunner, pese a que se cree que murió en Siria en 1996. Nunca se ha podido comprobar su fallecimiento ni se ha encontrado su cadáver, pero existen pocas probabilidades de que siga con vida ya que nació en 1912. Brunner dirigió las deportaciones a campos de concentración nazis de 140.000 judíos entre 1939 y 1944 como mano derecha de Adolf Eichmann. El responsable de la «solución final» sí fue, en cambio, capturado por El Mossad en una legendaria operación en un suburbio de Buenos Aires y ahorcado hace 50 años en Israel.

Aribert Heim
También se da por muerto al austriaco Aribert Heim, conocido como «doctor muerte» por haber asesinado a cientos de judíos en los campos de concentración de Sachsenhausen, Buchenwald y Mauthausen a los que llegaba a extraer en vida órganos sin anestesia. Capturado en 1945, fue enviado a un campo de prisioneros de guerra y trabajó después como ginecólogo en Baden-Baden hasta que desapareció en 1962, antes de ser juzgado. Varios medios publicaron que Heim habría muerto de cáncer en El Cairo en 1992, pero nunca se ha podido confirmar, ni siquiera lo logró su hija Waltraud, cuando intentó cobrar su herencia de un millón de dólares años después. Buscado en España e Iberoamérica, hoy tendría 98 años.

La persecución de los últimos responsables del Holocausto ha cosechado en los últimos años fracasos como la absolución de Sandor Kepiro en 2011 o el cierre de la investigación sobre el interrogador de la Gestapo Mikhail Gorshkow por falta de pruebas o el fallecimiento en libertad de presuntos criminales como Samuel Kunz,Milivoj Asner oHarry Mannil, pero también se ha podido felicitar por algunos éxitos, como la condena a John Demjanjukantes de su muerte. La sentencia contra este guardia voluntario en el campo de exterminio de Sobidor permitió la reapertura de cientos de casos de nazis de los que se pensó que nunca serían juzgados. El fiscal alemán Kurt Schrimm apuntó hace un año que probablemente había «menos de 1.000» posibles sospechosos que aún podrían estar vivos.

Los más buscados
En Alemania residen hoy algunos de los más buscados por el centro creado por el cazador de nazis Simon Wiesenthal, como Gerhard Sommer, antiguo lugarteniente de las SS condenado a cadena perpetua por la masacre de 540 civiles italianos en 1944 en Toscana. Investigado desde 2002, aún no se ha formulado ninguna acusación criminal contra él.

También Soeren Kamvive libremente en el país germano, que ha rechazado en dos ocasiones su repatriación a Dinamarca. Exoficial de las SS, este danés está acusado de la muerte en 1943 del periodista antifascista Carl Henrik Clemmensen en Copenhague. En 1956 obtuvo la nacionalidad alemana por haber servido a las SS en virtud de una ley nazi aprobada en 1943.

En semejante situación se encuentra Algimantas Dailide, un voluntario de la policía secreta del régimen pro-nazi de Lituania a quien un tribunal lituano sentenció a cinco años de cárcel por detener a los judíos que intentaban escapar del gueto de Vilnius. Nunca entró en prisión debido a su avanzada edad (nació en 1921) y a su delicado estado de salud. Hoy reside en Alemania, donde también se refugió Klaas Carl Faber tras fugarse de la cárcel en Holanda en 1952. Ex carcelero holandés de las SS, fue condenado a muerte en 1947 en Holanda por su participación en 22 asesinatos en 1944, aunque un año después la sentencia pasó a ser de cadena perpetua. Faber falleció hace apenas unos meses en libertad.

Quien sí fue juzgado y hallado culpable en Alemania fue Heinrich Boere, un miembro de escuadrón de las SS que perseguía a los miembros de la resistencia en Holanda y fue acusado por la muerte de tres civiles holandeses en 1944. Boere huyó a Alemania, donde finalmente fue condenado a cadena perpetua por un tribunal de Aquisgrán y en silla de ruedas fue trasladado de la residencia a ancianos a prisión.

Hungría reclama desde 2005 a Australia la extradición de Karoly Zentai por la muerte de un adolescente judío en Budapest cuando servía en el ejército pronazi húngaro y tenía 23 años. Zentai, a quien se le acusa también de haber participado en las persecuciones y muertes de judíos en 1944, reside en Australia desde los años 50.

El Centro Simon Wiesenthal sigue presionando también para que Canadá revoque la ciudadanía y deporte a Bielorrusia a Vladimir Katriuk, a quien acusa de participar en atrocidades cometidas contra civiles en Bielorrusia entre 1942 y 1944. En 1999, el Tribunal Federal canadiense determinó que Katriuk había ocultado su pasado nazi al entrar en el país, pero que no había ninguna evidencia de que había participado en las atrocidades.

Un informe dado a conocer en abril aporta nuevos documentos que inculparían a Katriuk y que ahora se examinan. Desde el Congreso Judío Canadiense se insistió en la necesidad de llevar a los criminales de guerra nazis ante la justicia. «Sí, son viejos y débiles, pero no debemos pensar en ellos como lo son hoy, los recuerdo como fueron cuando llevaron a cabo su trabajo horrendo, matones brutales, jóvenes, fuertes. Viven hasta una edad muy avanzada cuando negaron a sus víctimas su derecho a la vida», señaló Bernie Farber.

En la misma línea, Zuroff subrayaba tras conocer la localización de Csatáry en Budapest que «el tiempo que ha pasado no disminuye en nada su culpabilidad y la vejez no debe constituir una protección para los autores del Holocausto».

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