miércoles, 10 de enero de 2018

TRADICIONES NAVIDEÑAS HASTA NUESTROS TIEMPOS.

La tradición navideña como conocemos la fiesta cristiana del nacimiento de Jesus hijo de Dios es conmemorada año a año el 25 de Diciembre como sabemos y atravez del tiempo se adapto a nuestras costumbres o costubres de cada tiempo, algo que nunca cambia es el espiritu la cena en familia, los regalos a los niños que simbolicamente representan los regalos de las ofrendas de los Reyes Magos al niño Jesus de Nasaret, el famoso chocolate navideño, etc.

Con el tiempo aparecen nuevos actores, nuevos personajes cual película de Hollywood,es San Nicolas de Bari quien alimenta la leyenda de las celebraciones a este evento mundial como el nacimiento de Jesus.

San Nicolás fue obispo de la ciudad de Mira, en Licia, Asia Menor (corresponde a la localidad turca llamada actualmente Dembre), en el s. IV, y sus reliquias se veneran en Bari (Italia). Muy pocos son los datos que se conocen de la vida de este santo, puesto que no existen testimonios auténticos contemporáneos. Sus biografías más antiguas son de algunos siglos posteriores a la época en que se cree que vivió. Se considera que nació en Patara (Asia Menor) alrededor del año 270, y que murió un día 6 de diciembre de un año entre 345 y 352.

Existen muchas obras que hablan de la vida del santo. Entre ellas destaca una compilación de San Metodio, Arzobispo de Constantinopla, que ofrece un resumen de todas las piadosas y maravillosas historias que se contaban de él.

San Nicolás es especialmente famoso por los numerosos milagros que lograba conseguir de Dios. Se le representaba con unos niños, porque se contaba que un criminal había herido a cuchillo a varios niños, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea.

El poema Una visita de San Nicolás, más conocido por su primer verso “Era la noche antes de Navidad”, fue publicado  anónimamente por primera vez el 23 de diciembre de 1823.

Este poema es en gran parte el responsable de la imagen que se tiene de Papá Noel desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad.

En él se describe su aspecto físico, la noche de su visita, el  trineo que utiliza, el número y nombre de los renos y el tradicional reparto de juguetes a los niños. La autoría de este poema es discutida, por un lado se atribuye al profesor americano Clement Clarke Moore y, por otro lado, a un primo de su mujer, el Major Henry Livingston Jr.

A continuación extracto del poema UNA VISITA DE SAN NICOLÁS.

Era tarde en Nochebuena, nada en la casa se oía,
hasta el ratón de alacena con su familia dormía.
De la repisa colgaban, medias en la chimenea,
San Nicolás, al llenarlas, tendría una gran tarea.

Los niños dormían ya y soñaban sutilezas,
imaginando visiones en sus pequeñas cabezas,
y mamá con su pañuelo, y yo con mi mejor gorra,
antes de una buena siesta, sentíamos la modorra.

Cuando afuera en el jardín, se formó un gran alboroto,
salí de mi cama a saltos, parecía un terremoto,
corrí y abrí la ventana, levantándola hasta el tope,
las cortinas separé, pues creí oír un galope.

La luz de la luna llena se reflejaba en la escena
e iluminaba la nieve, como hace el sol con la arena.
Cuando yo vi ante mis ojos, de grata sorpresa llenos,
un trineo en miniatura tirado por ocho renos.

Los controlaba un viejito, ágil y con gran viveza.
"Debe ser San Nicolás", pensé yo con gran presteza.
Él, aunque eran como águilas, de sus cursos era el guía,
¡Silbando y con muchos gritos, sus nombres les repetía!

Según los expertos de St. Nicholas Center, fue la élite de Nueva York la que logró nacionalizar la Navidad a través de Santa Claus y el apoyo de artistas y literatos como Washington Irving, John Pintard y Clement Clarke Moore.

En 1863, durante la Guerra Civil, el caricaturista político Thomas Nast comenzó a dibujar a Santa Claus con los rasgos que ahora le atribuyen: gorro rojo, abundante barba blanca y abultado vientre. Junto con los cambios de apariencia, el nombre del santo cambió a Santa Claus, una alteración fonética del "Sankt Niklaus" alemán. Recién en 1920, Santa Claus apareció por primera vez en un anuncio de Coca Cola.

En Alemania el día seis de diciembre es un día muy especial para los niños, se celebra San Nicolás. Este santo fue tan popular en la antigüedad, que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. En base de la vida de San Nicolás, un obispo católico que vivió en el siglo IV, se concibió el moderno Santa Claus y Papá Noel. En Alemania se lo conoce como Sankt Nikolaus. Los creyentes lo invocan ante catástrofes, naufragios, o momentos de extrema necesidad económica. Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha empiezan las festividades de diciembre.

En Alemania es muy frecuente ver en Navidad ( no tanto en otras épocas del año ), un muñeco de madera normalmente vestido de soldado alto y delgado, se le llama Cascanueces. No es un muñeco común en otros países en centro Europa es donde se ha hecho más popular, como todo tiene su historia.

El escritor Hoffmann nacido en Prusia en 1776 decide escribir un cuento llamado ” El Cascanueces y el rey de los ratones ” en el año 1816. Ernst Theodor Amadeus Hoffmann era además un hombre muy polifacético, estudió Derecho, componía música, escribía y otras muchas cosas se le daban bien. En este cuento la historia se desarrolla en un día de Navidad de una familia burguesa alemana, es la hora de repartir los regalos y los dos hijos del doctor Stalhlbaum llamados Fritz y Clara observan entusiasmados sus juguetes.

Casi un siglo después de la publicación del cuento el 18 de diciembre de 1892,  Tchaikovsky compone el ballet ” Cascanueces ” estrenado en el Teatro Mariinski de San Petesburgo. Es uno de los más bonitos y populares. En diciembre se representa siempre ya que narra una historia Navideña, así mismo Walt Disney la utiliza en su película Fantasía, haciéndose muy popular.
Durante muchos años, los grandes almacenes Montgomery Ward, con sede en Chicago, había comprado y distribuido libros infantiles para colorear como regalo navideño para sus clientes. En 1939, decidieron encargar a uno de sus empleados la creación de un libro para ellos, y así ahorrar dinero. Un redactor publicitario de 34 años de edad, llamado Robert L. May, escribió la historia sobre Rudolph, el reno de la nariz roja.

El cuento fue un éxito y año tras año la compañía lo regalaba a sus clientes. Hasta 1946 se habían editado un total de 6 millones de ejemplares y fue en ese año cuando Robert L. May (que estaba endeudado tras los gastos médicos por la enfermedad de su esposa que había fallecido), logró convencer a Sewell Avery, presidente de la compañía Montgomery Ward para que le reconociera la autoría de la historia. Y así lo hizo.

En 1947 se publicó comercialmente la historia y a partir de ahí empezó a generar beneficios comerciales a su creador.

Gran parte de la popularidad de Rudolph llegó a través de la canción compuesta en 1948 por Johnny Marks, el cuñado de Robert L. May. El tema fue grabado en 1949 por Gene Autry, uno de los cantantes de moda en aquel momento y se convirtió en todo un gran éxito, vendiéndose aquella navidad más de 2 millones de discos.

El cristianismo adoptó y transformó las costumbres paganas del Arbol ante la imposibilidad de erradicarlas. Cuenta la leyenda que en el siglo VIII había un roble consagrado a Thor en la región de Hesse, en el centro de Alemania. Cada año, durante el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio. El misionero Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto, un árbol de paz que "representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes" y porque su copa "señala al cielo".



A partir de entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad y por algún extraño motivo se colgaron de los techos de forma invertida. Se cuenta que el teólogo Martín Lutero puso unas velas sobre las ramas de un árbol de Navidad porque centelleaban como las estrellas en la noche invernal. Dos ciudades bálticas se disputan el mérito de haber erigido el primer árbol de Navidad en una plaza pública: Tallin (Estonia) en 1441 y Riga (Letonia) en 1510. Unos comerciantes locales instalaron un abeto en la plaza del mercado de Riga, lo decoraron con rosas artificiales, bailaron a su alrededor y finalmente le prendieron fuego. Hoy se iluminan con luces eléctricas, como en esta fotografía de la plaza de la Ciudad Vieja de Praga, donde la ceremonia de encendido atrae cada año a miles de personas.